noviembre 23, 2024

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No existe ningún bloqueo a Cuba: El comercio exterior fue sistemáticamente boicoteado por el Gobierno socialista

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El pueblo cubano fue y sigue siendo víctima de la autarquía comercial patrocinada por el régimen socialista. Estados Unidos se limita a establecer un embargo exclusivamente bilateral, que no incluye la comercialización de productos básicos.

En las últimas décadas la dictadura castrista instaló el mito de un supuesto “bloqueo absoluto” contra Cuba para tratar de justificar el rotundo fracaso de las políticas socialistas. Pero la realidad es que la famosa “industrialización por sustitución de importaciones” fue uno de los muchos disfuncionales pilares de la política económica que llevó a cabo el socialismo desde 1959.

El mito deriva del accionar empleado por Estados Unidos desde octubre de 1960, ya que decidió establecer un embargo exclusivamente bilateral (no afecta ni compromete a ningún otro país a excepción de Estados Unidos) en represalia por la violenta expropiación de miles de activos estadounidenses en la isla, como por ejemplo casinos, fábricas, instalaciones eléctricas, de saneamiento, hoteles, etc.

Un bloqueo y un embargo son cosas muy diferentes. El bloqueo implica eliminar cualquier posibilidad de comercio mediante el uso de poder militar y se emplea en continentes bélicas. Esto supone el boicot del comercio sobre todos los medios posibles, ya sea atacando buques de carga, interviniendo las rutas aéreas de comercio, cerrando la frontera al terrestre para el paso de mercadería, etc.

Por su parte un embargo es la decisión de un país de restringir la importación y/o la exportación pero sobre sus propios ciudadanos, con destino a uno o más países en específico a los cuales se pretende afectar. Por ejemplo, el cese de las exportaciones de gas ruso a Europa constituye un embargo, y no un bloqueo.

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Las sanciones fueron pensadas como algo temporal y disuasorio, pero como el régimen cubano jamás aceptó el pago de ningún tipo de indemnización a los empresarios afectados, se mantuvieron indefinidamente aunque con ciertas flexibilizaciones en la década de los 2000s. La dictadura socialista no consideró la reanudación del comercio como una cuestión relevante, pero utilizó la maniobra estadounidense como un elemento propagandístico a su favor.

Nuevamente, cabe resaltar que las sanciones son estrictamente bilaterales. Esto no impidió en lo más mínimo que Cuba pudiera comerciar, exportar e importar, con cualquier otro país que estuviera dispuesto a hacerlo, y así lo hizo. Hasta 1991 la Unión Soviética mantenía el estatus como el principal socio comercial del país, pero tras la caída de la cortina de hierro tanto la asistencia financiera como el comercio se derrumbaron.

Actualmente, y según las estadísticas formuladas y publicadas anualmente por la propia dictadura, Cuba comercia desde hace décadas con 76 países, sin ningún tipo de limitación por parte de Estados Unidos.

De hecho, hasta el 5% de las importaciones de Cuba provienen precisamente de Estados Unidos, entre otras cosas por las cláusulas de excepción sobre el comercio de alimentos, medicina, vacunas y otros bienes básicos. También existe mayor vía libre para la distribución de remesas por parte de cubanos exiliados en suelo estadounidense.

Sin lugar a dudas, la economía cubana dista mucho de mantener una alta dosis de apertura y exposición al comercio internacional. Pero el propio Estado cubano el que lleva a cabo esta supuesta estrategia de “desarrollo”, que más bien demostró resultados deplorables. 

El sistema de comercio exterior de Cuba se encuentra completamente estatizado, solo el Estado puede controlar lo que entra y sale del país. La dictadura socialista no solo establece un alto promedio arancelario superior al 10% nominal (más alto que en muchos países en la región), sino que además mantiene un arsenal de restricciones cuantitativas y cambiarias.

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Y es que el comercio exterior requiere la transacción en divisas, pero el mercado de divisas también está intervenido por el Estado. No existe libertad de cambios en Cuba, y desde el abandono del peso convertible CDU el número de operaciones legales aceptadas se acotó todavía más.

En ausencia de un mecanismo eficiente para financiar las importaciones y tras aplicar múltiples restricciones cambiarias por décadas, la escasez de divisas es algo usual en la isla y esto condena irremediablemente al flujo de importaciones. Cuba puede comerciar con cualquier país, pero las distorsiones del fallido sistema socialista hacen que no tenga las suficientes divisas como para poder hacerlo.

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