López Obrador dio marcha atrás con la apertura petrolera de Peña Nieto y la producción diaria de barriles se estanca en mínimos históricos
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El Gobierno socialista resintió boicoteó los permisos de explotación petrolera por iniciativa privada, mientras que la producción de la estatal PEMEX sufrió un fuerte derrumbe anual del 4% al cierre de mayo.
El presidente socialista de México, Andrés López Obrador, prometió que lograría el “autoabastecimiento” petrolero del país y anunció múltiples reformas para revertir los pasos del expresidente de Peña Nieto.
El Gobierno apostó por una mayor participación del Estado y decidió terminar con la política de permisos y contratos privados que estipulaba la reforma energética del año 2013, una maniobra que redujo considerablemente la iniciativa privada en el sector.
De hecho, de los 109 contratos privados de exploración y extracción de petróleo el 95% de los mismos se llevaron a cabo durante la gestión de Peña Nieto, y desde la llegada del socialismo el peso del Estado se vuelve cada vez más preponderante.
La reforma petrolera del PRI permitió la celebración de contratos entre PEMEX y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) con empresas privadas por primera vez desde 1938, lo cual en la práctica supone una suerte de “privatización periférica” mediante la cual el sector privado adquiere un mayor porcentaje dentro de la explotación total de hidrocarburos en el país.
El presidente López Obrador aún no logró imponer su reforma energética en el Congreso, que pretende devolver el monopolio al Estado, pero consiguió anular casi todos los nuevos contratos a partir de enero de 2019 (solamente se celebraron 5 contratos con empresas privadas en lo que va de su administración).
Estas políticas provocaron una abrupta caída de la inversión privada en el sector petrolero, que alcanzó el 17,8% en el año 2021 y hasta un 36% para 2022. Solamente se invierte un monto anual en alrededor de los US$ 1.796 millones, una cifra sustancialmente más baja que el promedio del sexenio del Gobierno anterior.
La producción petrolera de México llegó a representar los 1,91 millones de barriles diarios en marzo de 2023, una magnitud que aún permanece en mínimos históricos y que de ninguna forma garantiza la supuesta “autosuficiencia” que AMLO había prometido en su discurso de campaña.
Pero no solo el sector privado se ve afectado por las políticas del Gobierno, sino que la propia petrolera estatal Petróleos Mexicanos (PEMEX) también enfrenta serias dificultades. La firma no logró cumplir con su meta de 1,2 millones de barriles diarios, la producción de mayo alcanzó solo los 758.700 barriles de petróleo al día y sufrió un derrumbe anual del 4% con respecto al 2022.
La mayor parte de la caída estuvo vinculada con una merma de hasta el 60% en la producción de la refinería Miguel Hidalgo en Tula, que solo pudo procesar hasta 153.800 barriles al día. Con la participación del sector privado cayendo a pasos agigantados, el Estado no cuenta con los medios necesarios para dinamizar la producción y el país sigue manteniendo una fuerte dependencia de las importaciones.
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