El Papa Francisco recibió con una sonrisa al dictador comunista de Cuba: “Me encanta que haya venido”
4 minutos de lecturaDejando atrás el legado anti-comunista de Juan Pablo II, el Papa Francisco se reunió con el dictador Miguel Díaz-Canel y lejos de dialogar para terminar con la persecución política en su país, le dijo que le encanta su persona.
El Papa Francisco continúa sus relaciones carnales con los peores dictadores comunistas de Latinoamérica, y tras la entrevista que dio con Gato Sylvestre para C5N en marzo de este año, ya no oculta su amor por tiranos como Cristina Kirchner, Evo Morales, Nicolás Maduro o los Castro.
Si bien el Papa Juan Pablo II se reunió en varias ocasiones con dictadores comunistas, como el propio Fidel Castro, el dictador polaco Wojciech Jaruzelski o el soviético Mikhail Gorbachov, siempre lo hizo con un halo de seriedad y con el objetivo de abrir el diálogo para terminar con la persecución católica en sus territorios.
En cambio, la desagradable reunión de Bergoglio con el actual dictador cubano de esta semana tuvo el objetivo contrario: legitimar la persecución comunista y avalar su régimen socialista. El Sumo Pontífice saludó afectuosamente al sanguinario dictador y con una sonrisa lo felicitó por su gobierno.
“Me encanta verlo aquí, me encanta que haya venido” le dijo a Díaz-Canel, quien visitó el Vaticano este martes, para una reunión que se prolongó por casi una hora. El títere de Raúl Castro le agradeció al Papa haber aceptado recibirlo a días de haber salido del hospital.
“Me encanta verlo recuperado. Muchas gracias por arreglar este encuentro“, dijo Díaz-Canel tras entrar en el edificio del Aula Pablo VI donde se celebró la reunión. “Bueno a mitad de camino, porque todavía tengo los puntos“, dijo entre risas Francisco en referencia a la operación por una hernia abdominal de la que fue dado de alta el pasado viernes.
El dictador le presentó a su esposa, Lis Cuesta Peraza, de la que dijo es “una gran admiradora” del pontífice. “Le quiero mucho, un placer infinito“, dijo emocionada la esposa del comunista, a quien Francisco le pidió “que le tirase alguna oración de vez en cuando“, según se escucha en el vídeo del encuentro distribuido por el Vaticano.
Una vez sentados en la mesa del despacho del aula Pablo VI, intercambiaron regalos. El Papa le entregó una obra de arte de bronce que representa una paloma portando una rama de olivo, con la inscripción “Sed mensajeros de la paz“.
Por su parte, Díaz-Canel le regaló al papa una escultura en plata, bronce y madera, titulada “El Lector“, y dos volúmenes de poetas cubanos: “Las miradas perdidas” de Fina García Marruz y “La Luz del imposible” de Cintio Vitier, que dijo eran representantes de “lo mejor de la intelectualidad cubana en aquella época” y que “son dos libros de poemas bellísimos y son libros de valores“.
“Sabemos que ha hecho un esfuerzo y se lo agradecemos mucho y siempre lo guardaremos en el corazón“, agregó el dictador Díaz-Canel, que después se trasladó a Secretaría de Estado para su reunión con Pietro Parolin, la mano derecha de Francisco.
Lejos quedaron los años en los que la Iglesia Católica defendía a sus seguidores del comunismo ateo en todo el globo. Lejos quedó el precedente que sentó Juan Pablo II, quien se encargó de dialogar personalmente con todos los peores dictadores comunistas del Siglo XX para que desarmen sus estados monolíticos.
Si bien no tuvo éxito con Cuba, la dictadura comunista sobre la Unión Soviética cayó, y así no solo se liberó Rusia, si no que otros países que estaban bajo la dominación comunista, como Polonia, su lugar de nacimiento.
Los historiados coinciden que el rol que cumplió Karol Wojtyla fue fundamental en la Caída del Muro de Berlín, y así lo explica también quien fuera su portavoz, el español Joaquín Navarro Valls, en su último libro “A Passo D’Uomo“.
“El comunismo no cayó porque Estados Unidos hubiese ganado la guerra fría o debido a que su escudo antimisiles destruyese las esperanzas bélicas de la gran Rusia, sino porque un hombre religioso, un Papa, un hombre del Este, había unido las conciencias de Oriente y las de Occidente en el altar universal de los derechos humanos“, escribe Navarro Valls en su libro.
Hoy, las fuerzas que controlan el Vaticano han cambiado, y en sus encíclicas el Papa Francisco parece querer revertir lo conseguido por sus antecesores. En vez de promover el fin de las dictaduras comunistas en Latinoamérica, el actual Santo Padre despotrica contra el capitalismo y enaltece los preceptos del socialismo.
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