El lujo que vi cuando entré en la cárcel de Tocorón, el búnker del temido “Tren de Aragua” en Venezuela
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La intervención de la prisión de Tocorón por orden del gobierno de Nicolás Maduro dejó desmantelada la base de operaciones del Tren de Aragua, uno de los grupos criminales más temidos de Venezuela y América Latina.
Por Ronna Rísquez / bbc.com
El impacto aún se siente en los alrededores del penal. Ya no se ven decenas de mujeres cargadas de paquetes con alimentos y ropa para sus familiares presos. Tampoco niños que apuran a sus madres para llegar rápido a la piscina. Las ventas de cerveza y la mayoría de los comercios en el pueblo de Tocorón, en el estado Aragua, están cerrados.
Los kioscos y puestos de ladrillos frente a la cárcel, donde cobraban US$1 a los visitantes por guardarles los teléfonos móviles, se ven abandonados. Entretanto, continúa la demolición de las construcciones que estaban dentro de la cárcel.
Cuando el gobierno anunció la toma de la prisión de Tocorón no lo podía creer. Hace menos de un año había estado allí, porque quería conocer cómo era la prisión que servía de búnker al Tren de Aragua para completar el libro que estaba escribiendo sobre este grupo de crimen organizado cuyo poder se ha extendido en todo el continente.
Esto es lo que vi cuando entré a la casa del Niño Guerrero, líder de la banda y ahora uno de los hombres más buscados en América Latina.
“¿Le hago el tour?”
“¿Es la primera vez que viene?”, me preguntó Julio, el preso que me recibió aquel domingo y me mostró las instalaciones del emblemático Centro Penitenciario de Aragua, más conocido como Tocorón, o como le decían los presos: la Casa Grande.
Esta cárcel se construyó en 1982 en el pueblo de Tocorón, ubicado a unos 140 kilómetros al suroeste de Caracas. En principio, su superficie de 2,25 kilómetros cuadrados tenía capacidad para 750 presos, pero llegó a albergar más de 7.000 reclusos justo en los años del fortalecimiento y la expansión del Tren de Aragua, entre 2015 y 2018.
“¿Le hago el tour?”, insistió Julio, como si hacer el recorrido por las instalaciones de la prisión fuera una atracción imperdible. No tenía idea de lo que estaba por ver.
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