Contradicciones en la oposición: ¿Habrá candidato único y unitario?
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Víctor Álvarez R.- El país descontento aún tiene la expectativa de que el bloque de la oposición que coexiste con el gobierno llegue a un acuerdo electoral con el otro bloque que tiene el respaldo de EEUU. Este bloque mira con desprecio a los otros sectores de la oposición, se arroga la condición de ser la auténtica oposición, y se asume como la oposición mayoritaria y ganadora. Esta oposición excluyente exige a la Comisión Nacional de Primarias (CNP) que solo participen los “genuinos” opositores para evitar que el gobierno infiltre candidatos de su conveniencia.
Los factores que siguen enfrascados en esta confrontación no terminan de asumir que un cambio en el mando político del país solo será posible con la unidad de todas las oposiciones, a saber:
- La coalición de partidos que integran la Plataforma Unitaria
- Los nuevos partidos que integran la Alianza Democrática
- La tendencia radical liderada por María Corina Machado (MCM) y su partido Vente Venezuela
- La candidatura de Antonio Ecarri y la naciente coalición de Lápiz, Cambiemos y Avanzada Progresista
- La candidatura outsider del comediante Benjamín Rausseo
- El chavismo crítico organizado en torno a la Alternativa Popular Revolucionaria.
Pero la Plataforma Unitaria prefiere seguir siendo la oposición con apoyo internacional, que someterse a un gobierno de una oposición a la que considera falsa, colaboracionista, plagada de alacranes vendidos al régimen.
Por su parte, la Alianza Democrática prefiere seguir siendo oposición en otro gobierno de Maduro, que ser el socio maltratado y excluido en un eventual gobierno liderado por la Plataforma Unitaria.
Benjamín Rausseo y Antonio Ecarri apenas están construyendo su maquinaria electoral para poder movilizar y capitalizar a su favor el descontento nacional contra el gobierno y contra el liderazgo tradicional de la oposición.
MCM se desmarca de la Plataforma Unitaria y de la Alianza Democrática a quienes cataloga de oposición fracasada que no fue capaz de sacar al país de la crisis, a pesar del enorme respaldo internacional que recibió. Exige que la elección primaria se realice sin la asistencia técnica del Consejo Nacional Electoral (CNE), y siembra preocupación y miedo en los electores al advertir que el uso de las captahuellas permitirá identificar a los votantes que luego serán víctimas de retaliaciones por parte del gobierno. Con tantas tensiones internas, las primarias corren el riesgo de terminar en un fracaso que dividiría y desmovilizaría a los electores.
Las contradicciones antagónicas y los arraigados odios entre las diferentes oposiciones y sus precandidatos impiden postular un candidato único y unitario. Así, lo más probable es que cada bloque de la oposición compita con su respectivo candidato. Prefieren presentarse divididos y salir derrotados, que ver a su competidor por el liderazgo de la oposición, ganando la elección presidencial.
Las tensiones y contradicciones entre las diferentes oposiciones se manifiestan en una lucha de dos verdades parciales y antagónicas que aleja la posibilidad de presentarse unidas en torno a un candadito único y unitario. Es una contradicción existencial dónde el triunfo de la tesis de una oposición es la muerte de la tesis del otro sector. De allí la obstinación en el todo o nada, el empeño en el que el ganador se lo lleve todo.
En esta confrontación fratricida, las oposiciones subordinan el interés nacional a sus proyectos políticos particulares y ambiciones personales. Siguen hundidos en su contradicción antagónica y existencial, divorciadas del clamor nacional, sin voluntad para dejar a un lado sus mezquindades y miserias, a fin de convocar al reencuentro, reconciliación y reconstrucción nacional. Más que la firme determinación de los diferentes bloques de la oposición de derrotar electoralmente a Nicolás Maduro, lo que está planteado entre ellos es una disputa por la conducción política de la oposición, la cual se dirimirá en las Presidenciales de 2024.
Por lo tanto, la elección primaria no será para definir el liderazgo de toda la oposición, sino para escoger al candidato de la Plataforma Unitaria que competirá no solo contra Nicolás Maduro, sino también contra el candidato de la Alianza Democrática, contra la candidatura de MCM y las candidaturas de Benjamín Rausseo, Antonio Ecarri y el candidato del chavismo crítico. Será en las Presidenciales de 2024 cuando se definirá el verdadero e indiscutible liderazgo de la oposición, y será aquel que llegué de segundo, detrás de Nicolás Maduro.
Pero los electores no se sienten estimulados a votar cuando escuchan la sarta de descalificaciones e insultos entre los dirigentes políticos y candidatos. Siguen hundidos en una destructiva diatriba que los deja de espaldas a las necesidades de la gente. El elector los percibe como más de lo mismo y no se siente motivado a respaldarlos con su voto.
Para estimular a votar, los partidos tienen que postular buenos candidatos y llegar a acuerdos unitarios que conviertan la victoria electoral en una meta alcanzable. Aunque el nuevo CNE ejecute un arbitraje institucional y mejore las condiciones electorales para celebrar unos comicios competitivos -a tono con los estándares internacionales-, si los candidatos que aspiran a ser presidente de la república, gobernadores y alcaldes son unos mediocres y con una oferta electoral poco atractiva, los electores no se sentirán estimulados a votar.
Los malos candidatos representan una amenaza para recuperar la confianza en la institución del voto y retomar la ruta electoral. Los postulados no pueden ser trepadores ni figuras desprestigiadas, con malos antecedentes. Estos no movilizan a nadie y no contribuyen a vencer la abstención. Los candidatos del país descontento tienen que ser reconocidos luchadores, distinguidos ciudadanos, gente notable, de buena trayectoria, con autoridad política y moral, capaces de generar un amplio respaldo y animar a votar.
Un candidato único y unitario es una condición clave para recuperar la confianza en el voto. Mejorar las condiciones electorales es necesario más no suficiente. Tan o más importante son las condiciones en las que se presente la oposición. La división y la abstención ponen a ganar al candidato oficialista, aumentan la probabilidad de que Nicolás Maduro convierta en mayoría su menguada base de apoyo electoral y sea reelecto Presidente de la República hasta el 2030.
Si las oposiciones se presentan divididas, el país descontento no tendrá confianza y esperanza en que a través del voto podrá lograr el cambio que necesita y espera. Es hora de que los diferentes bloques de la oposición reflexionen y recapaciten para dejar a un lado sus proyectos particulares y ambiciones personales, y postulen un candidato único y unitario que permita capitalizar electoralmente el enorme descontento con el actual gobierno, a fin de lograr un cambio en el mando político por la vía democrática, electoral y pacífica.
Economista, Premio Nacional de Ciencias. Por su trabajo de investigación y libros publicados ha recibido dos veces la Mención Honorífica del Premio Internacional «Libertador» al Pensamiento Crítico, el Premio Ensayo Crítico de la Asamblea Nacional, la Orden Arturo Michelena y el Premio Municipal al Pensamiento Político. Investigador del Centro Internacional Miranda (CIM) y profesor de «Economía política del capitalismo rentístico» en la Maestría de IDEA sobre Procesos de Integración Alternativos. Es Consultor y Conferencista Internacional. En la gerencia pública se desempeñó como Ministro de Industrias Básicas y Minería, Presidente de la CVG, Director de PDVSA, Presidente del Banco de Comercio Exterior (BANCOEX), Viceministro de Industrias, Director Ejecutivo del Consejo de Desarrollo Industrial y Gerente de Política Científica y Tecnológica del CONICIT.
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