La última vez que Chile tuvo un Gobierno comunista: Así fue el fracaso humanitario y económico de Allende
5 minutos de lecturaLos horrores del socialismo que hundieron al país en la peor crisis económica de su historia. Chile sufrió un violento espiral inflacionario, recesión y desabastecimiento generalizado.
El Gobierno comunista de Salvador Allende condujo a la peor crisis económica y social de la historia de Chile. Bajo su administración, se introdujeron las primeras reformas estructurales para posibilitar el tránsito de una economía mixta que ya sufría de una intensiva intervención estatal hacia un modelo centralmente planificado por el sector público.
El ministro de Economía Pedro Vuskovic, en análogo a José Ber Gelbard en Chile, implementó lo que se dio a conocer como “Plan Vuskovic” que implementaba una masiva socialización de la economía. Se adoptaron las siguientes medidas:
- Estatización de los recursos básicos del país (siendo el cobre el más importante)
- Estatización de empresas y bancos extranjeros
- Estatización de la mayor parte de los bancos del país
- Reforma agraria extremista y redistribución forzosa de tierras
- Aumento del gasto público y la monetización directa para financiarlo
- Reforma tributaria que llevó a la tasa máxima del impuesto a las Ganancias al 80%
- Masivo y estricto control de precios
- Estricto control de cambios: fuerte atraso del tipo de cambio oficial del dólar con respecto a la inflación
- Ultra-proteccionismo: El arancel aduanero promedio aumentó al 105% y el máximo hasta el 750%.
La inflación cayó del 35,3% interanual en noviembre de 1970 al 15,5% en septiembre de 1971, durante los primeros 10 meses de aplicación del programa, pero rápidamente la represión financiera se volvió completamente imposible de administrar y no tardaron en aparecer situaciones de desabastecimiento de productos básicos en todo el país.
Para inicios de 1972 los precios comenzaron a aumentar a un ritmo del 6% mensual y para el mes de abril la inflación ya había alcanzado el 38% (perdiéndose así todo el progreso conseguido). El Gobierno comunista respondió por medio de la creación de las Juntas de Abastecimiento y Control de Precios, cuya función principal fue el racionamiento de productos y el monitoreo de los precios “oficiales” fijados por el Estado (de la misma manera que en cualquier economía socialista).
Los resultados fueron catastróficos. La represión a la inflación solo masificó las góndolas vacías en comercios y supermercados, así como la proliferación de mercados alternativos para la subsistencia.
Pero ni así se pudo contener la inflación: los precios se dispararon un 22,7% solamente en agosto de 1972, 22,2% en septiembre y 15,2% en octubre. Para el mes de diciembre, la tasa de inflación interanual superó el 163% (casi cinco veces más que la inflación recibida en 1970). En 1973 nuevamente se produjo un violento shock inflacionario que llevó al IPC a un aumento del 10,2% en abril, 19,4% en mayo, 15,7% en junio, 17,1% en agosto y 16,9% en el último mes de gestión de Allende.
El mandato de Allende finalizó con una tasa de inflación interanual 286,1% sobre los precios oficiales, pero se debe tener en consideración que la economía sufría de un importante problema de sobrante monetario que escondía una tasa de inflación mucho mayor, sin mencionar la gran distorsión sobre precios relativos (tarifas de servicios públicos, salarios, tipo de cambio oficial, etc). Por estas razones es que el IPC se disparó más de un 87% en octubre de 1973 y la tasa de inflación cerró el año por arriba del 500%.
Los salarios reales, que se habían recompuesto en una primera etapa del proceso hasta el primer trimestre de 1971, rápidamente sufrieron los efectos de la dramática inflación. Las juntas reguladoras y los controles de precios poco y nada pudieron hacer para contener tan siquiera los precios oficiales, y mucho menos los precios que se fijaban en el mercado informal.
El Gobierno anunció un aumento generalizado de suma fija sobre los salarios al cabo del primer trimestre de 1973, pero la medida fue completamente inútil y para el tercer trimestre de ese año el salario real había acumulado una pérdida del 45,4% con respecto al año 1970.
La actividad económica sufrió una fuerte recesión de la cual Chile no se recuperaría sino hasta 1978. El PBI mantuvo un débil crecimiento hasta el tercer trimestre de 1972, y posteriormente se desplomó casi un 3% en el tercer trimestre de 1973. El ingreso per cápita real se desplomó un 4,4% en el mismo período. El programa que se proponía “desarrollar” el país había sido un fracaso estrepitoso.
El cepo cambiario y el atraso real de la paridad oficial con el dólar, que se mantuvo relativamente fija entre noviembre de 1970 y abril de 1973 (con ligeras devaluaciones puntuales), provocó una galopante crisis de balanza de pagos que hacía imposible el uso de divisas para afrontar importaciones básicas con las cuales poder sostener el nivel de actividad y atender a la población (como por ejemplo los insumos médicos).
Tras la llegada del golpe del Estado de Pinochet, el experimento socialista finaliza con desabastecimiento de productos básicos como la leche, los alimentos y los medicamentos, cortes de luz masivos, recesión, hiperinflación, proliferación de mercados negros, caos social y violencia guerrillera en las calles.
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