Colapsa el intento de estabilización en Venezuela: La inflación se disparó al 538% en febrero
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Los precios minoristas aumentaron un 20,2% solamente en febrero, y promediaron una suba mensual cercana al 30% desde noviembre del año pasado. El más reciente intento de estabilización comenzó a dar indicios de fracaso desde el tercer trimestre de 2022.
El régimen chavista no logra estabilizar ni la economía ni la actividad económica, a pesar de los múltiples programas lanzados desde 2019. El último intento de estabilización inició entre marzo y abril de 2021, y perduró hasta julio de 2022. Pero el programa ya se encuentra completamente agotado y Venezuela atraviesa un nuevo estallido inflacionario.
El Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) confirmó que los precios minoristas escalaron un 20,2% en febrero de 2023 con respecto al período precedente, después de haber aumentado hasta un 39,2% en enero y 37,2% en diciembre de 2022.
El aumento mensual de los precios promedió el 29,6% desde noviembre, evidenciando una violenta aceleración en comparación al promedio de 4,6% observado entre noviembre de 2021 y febrero 2022. La inflación interanual volvió a aumentar y representó el 537,7% en comparación con febrero de 2022, retornando al nivel más alto de los últimos dos años.
Febrero conformó el sexto mes consecutivo de aumento en la tasa de inflación interanual, y esta métrica acumuló un salto de casi 423 puntos porcentuales en comparación a la inflación observada en agosto de 2022 (estimada en el 114,1% según el OVF).
Venezuela acumuló un salto inflacionario del 67,7% solamente en el primer bimestre del año 2023. El promedio de precios para el rubro de la salud aumentó un 15,8% en febrero, la indumentaria subió un 13,5%, y los artículos de equipamiento y mantenimiento del hogar aumentaron un 15,1%.
Asfixiado por la pésima situación fiscal, la dictadura de Maduro se vio obligada a eliminar los subsidios económicos directos sobre las tarifas de servicios públicos de electricidad, distribución de agua, aseo urbano y telecomunicaciones. Esto provocó un reacomodamiento de precios relativos que disparó el precio de las tarifas en un promedio ponderado del 156,3% al término de febrero, y fue el rubro con el mayor aumento mensual registrado.
El fallido intento de estabilización entre 2021 y 2022
El régimen de Nicolás Maduro implementó una serie de medidas para tratar de estabilizar la nominalidad del país, aunque nuevamente los intentos terminaron por fracasar. A partir del de mayo de 2019 Venezuela eliminó el viejo sistema de control de cambios imperante desde la época de Chávez, habida cuenta del colapso del Banco Central como ente regulador del mercado de divisas. La mayor parte de las transacciones con divisas fueron liberalizadas en un mercado de cambios desdoblado.
Bajo este esquema cambiario, entre 2021 y 2022 las autoridades decidieron adoptar las siguientes medidas para estabilizar los precios:
- Intervención del tipo de cambio libre para contener las expectativas inflacionarias, limitando la devaluación mensual
- Nuevo impuesto a las transacciones con divisas entre con una tasa variable de entre 3% y 20% según el monto operado
- Ajuste sobre el crecimiento nominal de los gastos del sector público, principalmente reduciendo los subsidios económicos a las tarifas públicas
- Mantenimiento de la tasa de encaje bancario entre el 93% y el 73%
- Aumento de la tasa de interés de política monetaria del 40% al 60% nominal anual
La inflación interanual se moderó del 3867% en marzo de 2021 al 114,1% en agosto de 2022, y el promedio de aumento mensual de los precios minoristas se redujo del 37% en 2020 al 19,5% en 2021, y hasta un 12,74% entre enero y diciembre de 2022. Pero el programa entró en colapso a partir de agosto de este último año.
Para contener la tasa de devaluación oficial, y tal y como ocurre en Bolivia o Argentina, el Banco Central de Venezuela debió afrontar importantes costos en materia de reservas internacionales (las cuales logró robustecer por la liberalización del mercado cambiario en mayo de 2019). Este proceso se volvió cada vez más insostenible, y la autoridad debió permitir aumentos devaluatorios progresivamente superiores, erosionando así el ancla nominal básica del programa de estabilización que era el canal de las expectativas.
Para febrero de 2023, la tasa de devaluación oficial sobre el tipo de cambio comercial que establece el Banco Central de Venezuela escaló al 11%, frente a una tasa de inflación mensual que prácticamente la duplicó. La apreciación del tipo de cambio real ya no funciona como un ancla para las expectativas, porque precisamente se espera que el sistema se vuelva insostenible y llegue una devaluación más violenta.
El agotamiento del último intento de estabilización y el abandono del régimen de devaluaciones administradas y apreciación cambiaria podría precipitar a un nuevo estallido hiperinflacionario, incluso habiéndose mejorad la posición fiscal del sector público.
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