noviembre 23, 2024

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Bolivia blanqueó que es una dictadura con el arresto de todos los principales líderes opositores

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Jeanine Añez, Marco Pumari, Rómulo Calvo y ahora Luis Fernando Camacho. Uno y cada uno de los principales líderes de la oposición al MAS fueron arrestados arbitrariamente en el último año.

Por muchos años, Bolivia fue un ejemplo de democracia en Latinoamérica, o al menos eso le hizo creer Evo Morales a la comunidad internacional mientras instauraba una “dictadura en las sombras” que finalmente quedó blanqueada en estos últimos meses.

Evo Morales gobernó el país con puño de hierro por más de una década. Pero todo cambió en 2019, cuando la oposición finalmente se armó de valentía para enfrentarlo. Con el apoyo de Trump desde Estados Unidos y de una OEA alineada en contra del presidente izquierdista, el Tribunal Electoral del país admitió que había sido presionado por Morales para manipular los resultados y evitar así un balotaje entre el mandatario y el líder opositor Carlos Mesa.

Millones de personas salieron a las calles para reclamar el fraude electoral, y cuando las Fuerzas Armadas rechazaron un pedido de represión del mandatario, que aseguraba haber sido reelecto por cuarta vez consecutiva, Evo renunció a su cargo y se escapó a la Argentina.

Sin embargo, no colgó la toalla. La derrota de Donald Trump en Estados Unidos provocó un realineamiento internacional que lo benefició, y tras instalar a Luis Arce como su delfín político, finalmente regresó a Bolivia como dictador consagrado.

Si bien existe una grieta en el MAS, que se divide entre los “radicales” que responden directamente a Evo, y los “arcistas“, que responden a quien es formalmente el presidente, Luis Arce, el régimen es uno solo, y ya no esconde más sus métodos.

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En el último año, desde que recuperaron el poder, Arce y Evo han ordenado el arresto ilegal de todos los líderes de la oposición, una práctica que se copiaron del nicaragüense Daniel Ortega, quien también convirtió una presidencia democrática en una dictadura socialista.

Primero empezaron con Jeanine Añez, la presidente constitucional que tomó el control del gobierno cuando Evo ordenó la retirada de todo su gabinete. Evo, su vice, y los presidentes del Congreso renunciaron. Añez, como vicepresidente del Senado, asumió por sucesión constitucional la presidencia de la Nación.

Pero a pesar de que la Constitución siempre fue respetada, y la misma Añez, extremadamente ingenua, nunca obstaculizó al MAS de participar en las elecciones, fue imputada por liderar un supuesto golpe de Estado contra Evo Morales y encarcelada en los primeros meses del gobierno arcista.

Añez fue arrestada en su casa, sin una orden de aprehensión previa. No se le dio la posibilidad de entregarse con su abogado. En la cárcel, se le impidió acceder a sus medicamentos (sufre de hipertensión) y ha sido brutalmente golpeada en múltiples ocasiones, según denunció su hija.

Poco después de su detención, los ex ministros Álvaro Coimbra (Justicia) y Rodrigo Guzmán (Energía) fueron arrestados, junto a Gonzalo Terceros, ex comandante de la Fuerza Aérea Boliviana, y Yuri Calderón, ex comandante general de la policía.

Poco después de estos arrestos, detuvieron a Marco Pumari, líder del Comité Cívico de Potosí y ex candidato a vicepresidente. Rómulo Calvo, sucesor de Camacho en el Comité pro Santa Cruz, fue detenido y luego colocado bajo arresto domiciliario. Lo mismo ocurrió luego con Yassir Molina, uno de los líderes del grupo paraestatal Resistencia Juvenil Cochala (RJC), que combate la persecución política del régimen masista.

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Casi otros 100 líderes de la oposición han sido arrestados arbitrariamente desde entonces, pero el caso de Luis Fernando Camacho es el más alarmante hasta el momento. No solo cuenta con fueros por ser actualmente el gobernador del departamento de Santa Cruz de la Sierra, la región más importante de Bolivia, si no que es el principal líder de la oposición en contra del MAS.

Abogado de profesión y empresario, Camacho empezó su carrera política en la organización Unión Juvenil Cruceñista y unos años después pasó a liderar el Comité Cívico pro Santa Cruz, un movimiento civil con muchísimo poder en el bastión histórico de la derecha en Bolivia.

Los comités cívicos tienen una enorme importancia en Bolivia, ya que reúnen a diferentes sectores de la sociedad y funcionan como mesas de enlace entre comunidades barriales, el sector empresarial, y los gremios. El bloque de Santa Cruz fue uno de los mayores dolores de cabeza para Morales en sus más de 13 años de mandato, con Camacho siempre a la cabeza.

En 2020, fue candidato a presidente y quedó en tercer lugar, lamentablemente dividiendo el voto con Carlos Mesa, un opositor moderado al socialismo de Evo Morales. En 2021, encabezó una exitosa campaña para instalarse como gobernador de Santa Cruz, desde donde prometió liderar la oposición contra el MAS.

Así lo hizo decretando 36 días de paro durante un conflicto que mantuvo con el régimen socialista por el censo. Hace casi dos décadas que no se realiza un censo en Bolivia, ya que el enorme crecimiento poblacional y económico de Santa Cruz le valdría mayor representación en el Congreso y en la distribución de la coparticipación, algo que Evo Morales no quiere que se materialice.

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Su arresto, completamente ilegal, pone a Bolivia en el mismo grupo de países socialistas que han devenido en dictaduras, junto a Venezuela y Nicaragua. Por el momento, la OEA y otros organismos internacionales no se han referido sobre la situación, y tanto Arce como Evo Morales gozan de un blindaje político de parte de Biden gracias a su apoyo en distintos temas regionales.

Hoy la izquierda globalista alineada con los intereses del Partido Demócrata estadounidense, que hace tan solo dos años estaba cerca de la extinción en el continente americano, controla toda la región, de punta a punta.

Desde Argentina y Chile con Sergio Massa y Gabriel Boric, pasando por Brasil, donde ahora vuelve Lula, y Colombia, donde recientemente fue instalado Gustavo Petro, hasta Venezuela donde Nicolás Maduro está activamente en negociaciones con el Departamento de Estado de Washington D.C. para que les levanten las sanciones que hace poco había puesto Trump, la izquierda mantiene el control total de América.

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